jueves, 8 de noviembre de 2012

SENTIMIENTOS OCULTOS



CAPITULO CUATRO - SENTIMIENTOS OCULTOS

Siéntete libre ante las miles de guerras en las que has sido participante.
Nada de lo que hayas hecho será suficiente para alguien como tu.
Debes de ser imparable, y sobretodo volverte en un respetado y adorado guerrero.
Cuando llegue ese día, estaré encantada de volverte a ver.


Esas palabras resonaban en un joven guerrero griego que acababa de asesinar a su decimocuarto dios medio en el gran coliseo de Grecia, apartado de los humanos y donde los dioses se batían en duelo a muerte con tal de volverse en dioses Olímpicos.


El sol resplandecía con fuerza haciendo sudar al semidiós. Su cabellera castaña resplandecía ante los intensos rayos mandados por Apolo, que estaba mirándole junto a Zeus y Ares, los tres con una sonrisa en la cara por su actual asesinato.


- Impresionante Chris. Realmente estamos muy impresionados con tus progresos.


- Gracias por sus halagos, Zeus. De momento no me he batido con nadie que me haya hecho ni una sola herida. La verdad, os pediría algo más difícil.


El rey de los dioses lo miró y se peinó su barba negra mientras pensaba cómo le podría complacer y así complacer a los demás dioses que ansiaban un combate más interesante.


- Muy bien, colaborarás con Xayaa en su pelea contra el panteón nórdico.


Chris abrió sus ojos azules ante semejante respuesta del dios. Después de años, iba a volver a reunirse con Xayaa. Y por si fuera poco en una guerra contra nórdicos, unos salvajes que solo ansiaban aniquilar.


- Agradezco de corazón que participe en una guerra como esa.


- Perfecto, pues ve a reunirte con ella, debe estar en los bosques de Artemisa.


El guerrero asintió y esperó a que Zeus le transportara a los inmensos bosques de la diosa de la caza. No tardó en cruzarse con la diosa, que estaba en un árbol recostada con la mirada perdida en el horizonte, como si pensara en algo que le quitara preocupación a cualquier otra cosa.


- Hace mucho tiempo que no te veo así, Xayaa.


La diosa reaccionó al escuchar la voz y dirigió una mirada algo triste al hombre, a quien por cuestiones de poder vendió su alma a ella y que aún conservaba. Era una de las pocas almas que tenía y era de las únicas personas a quien no aprovechaba el deseo de los demás con beneficio propio.


- Cuanto tiempo, Chris. ¿Qué te trae por aquí?


- Zeus me ha dicho que colaboraré contigo para acabar con los nórdicos.


Eso no pareció hacerle mucha gracia, pero con tal de apaciguar sus nervios acerca de que alguien le arrebatara a su diosa guerrera desapareció y se dirigió a Valhalla, bajo la apariencia de una valquiria con los mismos ropajes celestes que todos los rangos inferiores. Todos se apresuraron a dirigirse al centro del lugar, donde estaba la misma guerrera pelirroja que había visto la otra vez, al lado de la curandera, preparadas para hablar de algo sumamente importante. Solo con tal de pasar desapercibida decidió unirse al resto y prestar atención a las palabras de la general de Valhalla.


- Compañeros de Asgard, debo advertiros de que nuestra compañera Dyssidia estará un tiempo desaparecida por el hecho de recibir heridas críticas de la Eylsotera, además de que con sus poderes la ha convencido de que ella es inofensiva y que no debemos matarla. Por ello haremos un grupo que se encargará de eliminar a la Eylsotera en su nombre.


Xayaa se quedó impresionada por aquellas mentiras que había dicho, pero era la única de los presentes que lo sabía, y si discutía acerca de ello sospecharían y serían capaces de descubrirla.


Pese a ello, lo que hacían era proteger a la diosa y esconderla, como si el primer combate la hubiera debilitado más de que mostró aquella noche que decidió espiarla.


Debo encontrarla y acabar con ella.


Ni siquiera le hacía falta concentrarse mucho, sus poderes sobresalían de todos los páramos de Yggdrasil, desapareciendo del lugar y parándose delante a la joven guerrera, que estaba estirada con la mirada en el techo de madera, perdida en sus pensamientos como lo había estado ella hace rato. Nada más colocarse enfrente de ella la diosa giró la cabeza y su cara se tiñó de blanco al verla.


- No te preocupes, diosa guerrera, no vengo a hacerte daño.


- ¿Cómo voy a creerlo?


- Piensa, ya habrías muerto.


Eso la tranquilizó en parte y la miró desconfianza por tener a esa mujer delante, que la miraba con paciencia y con tranquilidad, como la primera vez que se vieron.


Incluso su mirada llegó a ruborizar a la diosa, que odiaba tener el cuerpo paralizado.


- ¿Qué quieres de mi si no es matarme a pesar de que podrías hacerlo con completa facilidad?


- Quiero saber una cosa de ti. Más bien, de tu vida como mortal.


Eso la despistó de tal forma que se mantuvo perdida en sus pensamientos, intentando recordar sus últimos momentos pero que por alguna extraña razón solo recordaba unas monedas.


- Lo siento pero no recuerdo nada.


- Lo suponía.


La diosa nórdica la miró extrañada ante semejante respuesta, dejándola aun más confusa y preocupada que la visita de la diosa no fuera por algo de su pasado o relacionado con el Nurhtset. La diosa griega se agachó y sus caras se quedaron a escasos centímetros, pudiendo contemplar sus ojos violetas, tan profundos como los recónditos de Helheim.


- Me pregunto qué pasó entre nosotras para tener el Nurhtser. ¿Tu no te preguntas lo mismo diosa guerrera?


La mujer solo pudo asentir levemente con la cabeza con un nudo en la garganta por poder sentir el aliento de su feroz enemiga y con esa mirada penetrante que pese a ponerla de los nervios la tranquilizaba de la misma forma. Su mente pasó a un pequeño recuerdo que la identificaba en la misma situación, pero que en aquella ocasión se besaba con alguien.


¿Qué diablos me pasa? ¿Qué hago pensando en estas cosas?


Como si Xayaa hubiera sido consciente de lo que le ocurría a la diosa, decidió probar sus dudas y acortar las distancias entre ambas con un beso que dejó a Dyssidia más paralizada de lo que ya estaba y con la tranquilidad de la Eylsotera.


Los recuerdos de la diosa griega aparecieron con pequeñas imágenes de diferentes momentos, entre ellos besándose con una chica con el cabello castaño y otra delante de Dereck preparándose para ser sellada con el Nurhtset.


Imposible...


La diosa se vio obligada a separarse de forma brusca al ser consciente de lo que significaban aquellos recuerdos.


Dyssidia pudo percibir su miedo, como estaba asustada como una pequeña niña a quien se acababa de despertar de una terrible pesadilla. Estaba sentada en la cama donde estaba ella y con la mirada perdida, temblando de forma preocupante. Sin saber cómo la diosa nórdica pudo incorporarse y colocar una mano en el hombro pese a ser consciente de que estaba tocando a su mayor enemiga... Y a la vez en lo que parecía ser su antiguo amor cuando era mortal.


Como si le hubiera ardido el roce, Xayaa se levantó y la miró de forma amenazante, invocando una espada y amenazándola con ella con tal de que no volviera a poner un solo dedo encima.


- Nada de lo que ha pasado aquí ahora saldrá de tus labios a otra persona, ¿has entendido diosa guerrera?


Totalmente atónita por el cambio de la mujer, solo atinó al mover levemente la cabeza como aceptación y ser consciente de como la diosa desapareció como apareció en aquella casa.


- Me... Me he besado con una mujer... - musitaba tocándose levemente los labios recordando el momento - Encima me ha gustado, ¿pero por el amor de Odin qué me pasa?


La diosa se mantuvo pensativa y recordando lo que acababa de ocurrir en aquella casa. Antes estar cerca de la diosa griega le parecía un problema serio ya que podría acabar con ella sin pestañear, pero en ese momento sus pensamientos habían cambiado: le preocupaba que la diosa la volviera a besar de tal forma por si en el proceso acababa asesinada por la espalda aprovechando su vulnerabilidad del momento.



*          *          *

Xayaa volvió a reunirse con Chris totalmente impresionada por su conducta con la diosa guerrera, a quien había besado sin la menor preocupación ni sentido común. Como si hubiera sido algo que había querido desde la primera vez que la vio en el Olimpo, con la cara sudorosa bajo el intenso sol de Apolo y esperando su llegada.


Soltó una sonrisa inconsciente al recordar la mirada cuando la vio por primera vez, tan cómica y característica que jamás la olvidaría.


- ¿Ocurre algo, Xayaa?


La diosa hizo un respingo al darse cuenta de que sus pensamientos no deberían ser esos, pero no tardó en volver a sumergirse en los recuerdos de aquella cabaña nórdica con su peor enemiga.


No sé por qué... Pero me siento insatisfecha.


Con ese leve pensamiento, sin que nadie fuera consciente de ello, el Nurhtset había tomado un color rojo a ambas diosas, un rojo como la sangre.



*          *          *

- Así que nuestra joven pareja ya ha tenido el encuentro que ambas deseaban en lo más profundo de sus corazones, ¿eh?


Dereck se mantuvo tranquilo observando a la diosa griega quien seguía perdida en sus pensamientos y no era consciente del cambio de color en su marca.


- ¿Ese color rojo que significa maestro?


El hechicero se giró hacía la pregunta de la joven aprendiz, Kaylenna, que lo miraba impaciente por conocer su respuesta. Alta, con el pelo rojo y unas cuantas líneas negras, unos ojos dorados que parecían divinos y vestida con una túnica negra, igual que él.


Se encontró a la joven perdida en el desierto, huyendo de las atrocidades de unos salvajes que respondían ante el nombre de Osiris, rey de los dioses Egipcios. Ese panteón jamás se mantuvo en sus cabales, así que la salvó y desde entonces está a su lado, buscando a su vez a su hermana, Kareleinne, a quien perseguían los dioses griegos.


- Ese color rojizo es el color del amor, Kaylenna. Ambas diosas empiezan a recordar partes de ellas que no eran conscientes y han empezado por el amor.


- ¿Tu recuerdas por qué decidieron unirse?


- ¿Recordar? Jamás olvidaré a la pareja. La primera vez que dos mujeres deciden unirse, y más una diosa y una mortal. Es la típica leyenda que nadie creería. Pero eso es algo que te contaré más adelante. Vamos a buscar a tu hermana, creo que Artemisa ha dado con ella y no tardará en usarla como mascota.


Pese a estar preocupada por su hermana, siguió interesada por la pareja.


- ¿Cuál será el siguiente color, maestro?


- Solo les quedan 3. Desconfianza, odio y finalmente, muerte. Esos son los colores que aparecerán si no se dan cuenta de sus sentimientos y dejan de lado las ordenes de sus panteones.  


Kaylenna se mantuvo pensativa hacía el resultado de otra pareja más que moriría por culpa de otros, como otras muchas que le había explicado Dereck para que aprendiera y no cometiera su mismo error. Se miró la palma de la mano, donde se mostraba una X contorneada con espinas. Su Nurhtset estaba vinculado a su hermana, razón por el que las empezaron a perseguir. Sus padres murieron de muy jóvenes, perdiendo el reino donde vivieron por culpa de su hermano, a quien al tener el poder del trono las desterraron como si fueran unas traidoras. Vagando sin descanso, se encontraron con Dereck y decidieron sellarse para que ambas murieran a la vez y así no sufrir más con el dolor de la pérdida de otro ser querido.


Así ambas están perseguidas por todos los panteones a muerte.


Desterrando sus pensamientos pasados, siguió a Dereck quien había continuado su rumbo hace un largo rato, dirigiéndose hacia el templo de Artemisa. Antes de hacerlo, miró por última vez a la temible diosa griega sintiendo pena por ella y por su pasado.


Debes olvidar tus deberes Xayaa.
Nada de lo que hagas en nombre de otros te beneficiará, por mucho que te engañes.
Esa diosa a quien vas a matar es una parte de ti, tan importante como tu alma.
Si la destruyes, morirás junto a ella.
No mereces más sufrimientos, no después de lo que pasó con los Eylsoteras.
Ambas debéis escapar y cambiar vuestro destino.

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